Desarrollo de las industrias de procesamiento y manufactura en Vietnam: Percepción y orientación de las políticas (segunda parte)

Dr. TRAN TUAN ANH
Miembro del Comité Central del Partido Comunista de Vietnam, Secretario del Comité de Asuntos Partidistas, Ministro de Industria y Comercio
10:05, 04-22-2021

SEGUNDA PARTE: PROMOVER EL DESARROLLO DE LAS  INDUSTRIAS DE PROCESAMIENTO Y MANUFACTURA PARA SALIR DE LA TRAMPA DE LA RENTA MEDIA Y CONVERTIRSE EN UN PAÍS DE INGRESOS ALTOS.

 

Revista Comunista- La trampa de la renta media a menudo ocurre en las economías en desarrollo - cuando el nivel de salario aumenta-, mientras que la competitividad en cuanto a los precios disminuye, lo que les hace difícil competir con las economías que se han desarrollado sobre las tecnologías o aquellas con promedio salarial más bajo en la producción de bienes de bajo costo. Al evaluar el proceso de transformación exitosa de los países de ingresos bajos en los de ingresos altos en las décadas anteriores, Vietnam puede extraer lecciones y experiencias útiles para evitar caer en la trampa de la renta media.

El miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Vietnam y primer ministro, Nguyen Xuan Phuc, visita la sala de motores de avión (equipos instalados para aeronaves A320 Neo/C919), fabricados por la empresa Hanwha Aero Engines en Vietnam, en la exposición “Éxitos de los 60 años del sector de ciencia y tecnología” _ Fuente: Archivo

La trampa de la renta media y los factores para evitarla

La trampa de la renta media es una situación sobre desarrollo económico que postula que un país que alcanza un cierto nivel de ingresos gracias a las ventajas adquiridas por su situación previa se queda estancado en un nivel de renta media. Un país cae en la trampa de la renta media cuando su economía se desacelera o incluso se estanca después de alcanzar un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de mil a 12 mil dólares según los estándares del Banco Mundial (BM).

Al observar el proceso de desarrollo de diferentes países durante los últimos 60 años, se puede ver que algunos han logrado mantener un crecimiento continuo para pasar de ingresos bajos a ingresos altos (Japón, Corea del Sur, Singapur), mientras tanto, otros se encuentran todavía en el nivel de ingresos medios (Malasia, Tailandia, Indonesia, Filipinas). Los datos del BM muestran que en 1966 apenas Japón se convirtió en un país de ingresos medios, Singapur alcanzó un PIB per cápita de más de mil dólares en 1971, Corea del Sur y Malasia consiguieron el mismo nivel en 1977, Tailandia en 1988, Indonesia y Filipinas en 1995. Hasta 2019, el PIB per cápita de Japón fue de 40 mil 248 dólares, Singapur (65 mil 233), Corea del Sur (31 mil 761), Malasia (11 mil 414), Tailandia (siete mil 808), Indonesia (cuatro mil 135) y Filipinas (tres mil 485). Como tal, solamente Japón, Corea del Sur y Singapur se convirtieron en países de ingresos altos y el resto todavía se encuentra en el nivel de ingresos medios.

El proceso de pasar de un país de ingresos medios a ser uno de ingresos altos varía tanto en el tiempo como el motor de desarrollo. Los estudios del Banco Asiático de Desarrollo en 2017 mostraron que el tiempo promedio que le tomaba a un país era de 30 a 40 años. Si no podía alcanzar el objetivo en ese tiempo, había caído en la trampa de la renta media. Algunos países de Asia Oriental han acortado considerablemente el tiempo de transición. Japón y Singapur necesitaron 20 años, con una tasa de crecimiento promedio del PIB de seis a ocho por ciento por año, mientras que a Corea del Sur solo le llevó 18 años para alcanzar un aumento promedio anual del nueve por ciento. Malasia tenía un punto de partida como Corea del Sur, pero después de más de 40 años, el PIB per cápita del país del Sudeste Asiático se aproximó a los 12 mil dólares, con una tasa de aumento promedio del 6 por ciento por año.

Al analizar la estructura del PIB de los países mencionados, podemos ver claramente la reducción de la proporción de la agricultura y el aumento de la industria, construcción y servicios, especialmente las contribuciones de las industrias de procesamiento y manufactura. Los datos del BM demuestran que de 1977 a 1995, la contribución de la agricultura al PIB en Corea del Sur se redujo del 22 al 5 por ciento, la industria-construcción aumentó del 28 al 36 por ciento (las industrias de procesamiento y manufactura se incrementaron del 21 al 26 por ciento) y los servicios crecieron del 39 al 49 por ciento. El proceso de transición de Singapur duró 20 años, de 1971 a 1991, durante el cual la contribución de la agricultura se redujo del 3 al 0,2 por ciento, la industria-construcción aumentó del 28 al 33 por ciento (las industrias de procesamiento y manufactura se incrementaron del 19 al 25 por ciento) y los servicios disminuyeron del 64 al 63 por ciento. Mientras, Malasia tardó más de 40 años, de 1977 a 2019, para aumentar el PIB per cápita de mil a 11 mil 414 dólares y podría convertirse un país de ingresos altos en los próximos años. Durante la etapa referida, la contribución de la agricultura disminuyó del 28 al 7 por ciento, la industria-la construcción alcanzó el nivel más alto del 49 por ciento en 2004 y luego disminuyó gradualmente al 37 por ciento en 2019 (las industrias de procesamiento y manufactura aumentaron del 20 por ciento al máximo nivel del 31 por ciento a principios de la década de 2000 y luego se redujo gradualmente al 21 por ciento en 2019), los servicios se acrecentaron del 33 al 55 por ciento.

Vietnam se convirtió en un país de ingresos medios en 2008. Pasando más de una década, el proceso de reestructuración económica del país se llevó a cabo más lentamente que las mencionadas naciones y la hoja de ruta de desarrollo no logró un gran avance desde los primeros años como Japón, Corea del Sur y Singapur. De 2010 a 2019, la contribución de la agricultura al PIB de Vietnam disminuyó de 18,3 a 13,9 por ciento, la industria-construcción aumentó del 32,1 al 34,4 por ciento (las industrias de procesamiento y manufacturera se incrementaron del 12,9 al 16,4 por ciento), los servicios subieron del 36,9 al 41,6 por ciento. La tasa de crecimiento promedio de Vietnam en los primeros 10 años fue del 6 por ciento, cifra inferior al promedio de sus predecesores en la misma etapa como Japón (siete por ciento), Corea del Sur (8,9 por ciento) y Singapur (8,8 por ciento).

La ruta de crecimiento de cada país muestra la diferencia entre los que logran pasar a ser uno de ingresos altos y los que caen en la trampa de renta media. Aunque la tasa de crecimiento promedio de los países durante el periodo de transición no es tan diferente, de entre seis y ocho por ciento, los que alcanzaron éxito como Japón, Corea del Sur y Singapur disfrutaron un ritmo de crecimiento rápido y consecutivo en los primeros años, creando una fuerza impulsora para los años siguientes. Mientras tanto, las naciones que no obtuvieron un fuerte avance en la primera etapa, tras alcanzar el umbral de ingresos medios, registraron signos de desaceleración económica, por lo que prolongaban el proceso de transición. Ambos Corea del Sur y Malasia se convirtieron en países de ingresos medios en 1977. En los primeros años, los dos reportaron un mismo nivel de crecimiento, pero desde 1984 siguieron dos direcciones completamente diferentes. Mientras Corea del Sur creció rápidamente, reduciendo gradualmente la brecha con Japón, Singapur y dejando atrás a otros países, Malasia no pudo hacer lo mismo. El país del Sudeste Asiático mostró un crecimiento ralentizado, por lo cual le tomó años llegar al mismo nivel de ingresos. En los 10 años, de 1985 a 1995, el PIB per cápita de Corea del Sur se quintuplicó, mientras que el de Malasia solo se duplicó. Al comparar las medidas y políticas implementadas por los dos países durante este período, se puede aprender lecciones y experiencias útiles para evitar caer en la trampa de la renta media.

En el período 1960-1990, Corea del Sur y Malasia implementaron los planes quinquenales como bases para emitir las políticas de desarrollo económico e industrialización a mediano plazo. El primer plan de Corea del Sur comenzó en la etapa 1962-1966 y tras 30 años, el país desplegó un total de siete programas y el último se ejecutó entre 1992-1996. Los tres primeros ayudaron a convertir a Corea del Sur de un país subdesarrollado en uno de ingresos medios y los cuatro siguientes lo llevaron a ser una nación de ingresos altos. Por su parte, Malasia inició sus planes en 1966 y sigue en ese proceso hasta hoy día, el más reciente es el decimosegundo plan para el periodo 2021-2025. Al desplegar el tercer plan (1976-1980), Malasia se hizo un país de ingresos medios, sin embargo, necesitan 10 planes quinquenales para alcanzar la meta de ser uno de ingresos altos.

Hasta los años 1960, Corea del Sur era todavía una economía agrícola pobre y atrasada, devastada por la guerra y sometida a un círculo vicioso de pobreza. La contribución de la agricultura representaba el 36 por ciento y el PIB per cápita era de solo 158 dólares. Después de tomar el poder en 1961, el presidente Park Chung-hee decidió llevar al país hacia la autonomía económica. Los planes quinquenales fueron adoptados con metas ambiciosas y políticas drásticas para lograr los propósitos previstos. Igualmente, Malasia a principios de la década de 1960 también era un país agrícola, con una participación de ese sector del 43,7 por ciento del PIB y un ingreso per cápita de 235 dólares.

Aunque tenían el mismo nivel de desarrollo y enfrentaban problemas similares, como la pobreza y el subdesarrollo, el enfoque y la manera de resolver las dificultades de cada país eran diferentes. Corea del Sur tuvo una clara orientación e identificó las prioridades de desarrollo, centradas en el impulso de las industrias. Comenzó a partir de las industrias básicas (electrificación, refinación del petróleo y fibras sintéticas…), y luego avanzó en las industrias intensivas en tecnologías y habilidades laborales y en el acceso a las cadenas de suministro y de valor (fertilizantes vinculados a la agricultura; hierro, acero, químicos, construcción naval, maquinaria y equipos, semiconductores con electrónica…). A su vez, Malasia se enfocó principalmente en las cuestiones sociales a lo largo de los períodos de implementación de planes (la erradicación del hambre, la reducción de la pobreza, la igualdad social y el desarrollo equilibrado entre los grupos étnicos…). Aunque en realidad, el gobierno malasio había desplegado numerosas políticas de asistencia al desarrollo industrial nacional, como los programas de apoyo a los subcontratistas y de promoción de marcas de automóviles domésticas (Proton, Perodua), esas no fueron implementadas de manera sistemática como en Corea del Sur y no se reflejaron claramente en los objetivos generales de los proyectos quinquenales. A diferencia con Malasia, Corea del Sur optó por el desarrollo de las industrias primero, mediante lo cual los asuntos sociales fueron resueltos. El desarrollo industrial contribuyó a generar más puestos de trabajo, aumentar el ingreso de los trabajadores y de toda la sociedad, y asegurar el desarrollo equitativo entre las regiones y localidades.

Trampa de bajo valor agregado y fuerza industrial interna

Además del concepto de trampa de ingresos medios, la trampa de bajo valor agregado también se utiliza para hablar sobre la situación de desarrollo económico de un país. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) describe que un país cae en la trampa de bajo valor agregado cuando la inversión extranjera directa (IED) proviene principalmente de las empresas que no se interesan por establecer vínculos con la economía nacional, no crean un efecto spillover y operan con objetivos a corto plazo, las cuales tienen un bajo desempeño en todos los aspectos: inversión, productividad y desarrollo de capacidades, invierten mayormente en las industrias intensivas en mano de obra y compiten por precios en lugar de la calidad y tiempo de entrega, y ven la mano de obra como un factor de costo en lugar de un recurso que debe desarrollarse.

El concepto de UNCTAD solo ofrece una vista unidireccional puesto que la razón por la cual un país cae en la trampa de bajo valor agregado no solo proviene del sector de IED, sino que depende básicamente de la autosuficiencia y la resiliencia del sector privado nacional, así como su capacidad de independizarse, dominar la economía y mejorar la competitividad en el mercado global para evitar poco a poco la dependencia de los recursos externos. Esencialmente, la trampa del bajo valor agregado también es una manifestación de la trampa de la renta media, que ocurre cuando un país no logra construir una base industrial nacional fuerte (sector privado nacional) y el crecimiento depende de los recursos externos (sector de IED). Cuando las ventajas ya no existen (bajos costos laborales, atractivos incentivos fiscales ...), las empresas de IED se trasladarán a otros países con mayores ventajas y costos de producción más competitivos (fenómeno llamado “los gansos voladores” o “flying geese" por los economistas), lo que provoca la desindustrialización, dejando al país las industrias compuestas por empresas nacionales incapaces de competir con las economías desarrolladas en término de tecnologías o con aquellas con promedio salarial más bajo en la producción de bienes de bajo costo.

Las industrias de procesamiento y manufactura desempeñan un papel importante en el camino de convertir a un país en uno de ingresos altos y las empresas del sector industrial de Vietnam constituyen un factor para promover el crecimiento económico sostenible _ Fuente: Archivo

En el período 1951-1989, las economías de industrialización reciente (NIEs) como Corea del Sur, Singapur, Taiwán y Hong Kong (ambos territorios de China) y los países de la ASEAN 4 (Malasia, Tailandia, Indonesia, Filipinas) atrajeron grandes fuentes de inversión de las empresas de Japón, con un capital registrado de 19 mil 919 millones de dólares en NIEs y 17 mil 531 millones de dólares en la ASEAN 4. Después de aproximadamente dos o tres décadas, las NIEs han construido sus propias industrias nacionales sólidas, ya no dependen de la IED e incluso compiten directamente con las firmas japonesas. Mientras que los países de la ASEAN 4 siguen dependiendo de IED en la mayoría de las industrias. En la década de 1980, mientras las empresas japonesas que operaban en las NIEs pudieron alcanzar una tasa de localización de más de 50 por ciento. En la ASEAN 4, esta tasa fue del 42 por ciento, principalmente de las firmas de IED. En las economías NIEs, la mayoría de las empresas japonesas pudieron retirar a sus expertos y transferir la gestión a los gerentes locales. No obstante, en la ASEAN 4, las empresas siguen dependiendo de los gerentes nipones. La diferencia entre las economías NIEs y la ASEAN 4 demuestran el papel líder de las industrias de procesamiento y manufactura y la importancia de la capacidad de las empresas industriales, así como de los recursos humanos calificados durante el proceso de industrialización y modernización en el país, con vistas a ayudarlo a evitar la trampa de la renta media.

Desde la apertura de la economía, Vietnam se ha convertido en un destino atractivo para los inversores extranjeros. En los últimos años, Vietnam ha liderado a los países de la ASEAN en la atracción de inversiones foráneas. Hasta finales de 2019, atrajo casi 40 mil proyectos, con un capital registrado de más de 363 mil 300 millones de dólares. En términos de porcentaje del PIB o per cápita, la IED en Vietnam superó a China, la India y la mayoría de los países de la ASEAN. Entre los proyectos en Vietnam, hubo numerosos de alto valor de grandes corporaciones multinacionales en diversos campos. Sin embargo, la mayoría de ellos se concentraba en la explotación del mercado, como el negocio inmobiliario, o las industrias de procesamiento y manufactura intensivas en mano de obra y bajo valor agregado, incluidos confecciones textiles, calzado, productos derivados de caucho, plástico, alimentos, bebidas, muebles interiores, madera y papel… Según un informe del Banco Mundial en 2018, las principales razones por las cuales numerosas empresas extranjeras invirtieron en Vietnam eran los bajos costos de mano de obra y energía, así como los incentivos fiscales atractivos. Mientras tanto, pocas empresas consideraron que la mano de obra calificada o la cadena de suministro nacional eran las ventajas del país. El documento también señaló que, para evitar la trampa de renta media o de bajo valor agregado y convertirse en un país de ingresos altos, Vietnam necesitaba adoptar una estrategia para captar las IED de nueva generación, vinculada con las políticas y planificación de desarrollo nacional, formar cadenas de suministro y clústeres industriales, centrarse en las ramas y etapas de producción que podían crear alto valor añadido, utilizar tecnologías amigables con el medioambiente y bajo consumo de energía, prestar atención a la calidad y eficiencia económica al seleccionar proyectos e inversores, garantizar la seguridad y la defensa y fortalecer la conexión entre las empresas de IED y las nacionales.

Para que el sector de IED contribuya y apoye más a la economía vietnamita en el proceso de industrialización, modernización y reestructuración económica según la orientación de mejorar la productividad y el valor creado en el país, reduciendo la brecha con los países desarrollados, Vietnam necesita cambiar su enfoque en la atracción de los proyectos de inversión extranjera, basado en ventajas competitivas dinámicas (habilidades de los trabajadores, capacidad de creatividad y ambiente natural y de negocios favorable), en lugar de las ventajas competitivas estáticas e insostenibles como antes (recursos naturales, mano de obra no calificada y mecanismos de preferencias atractivas).

En concreto, Vietnam debe concentrarse en atraer capitales de los inversores extranjeros que puedan: 1- Generar salarios más altos (productos de mayor valor/mano de obra más calificada); 2- Promover el mejoramiento de habilidades, la transferencia de tecnología, la investigación y el desarrollo en el país; 3- Estimular el uso más eficiente de los recursos (no solo la energía, sino también la tierra, las fuentes hídricas y las materias primas); 4- Crear oportunidades para que las empresas e inversores nacionales cooperen con las extranjeras en las cadenas de valor globales, mientras no dejan abrumadas a las firmas medianas y pequeñas; 5- Mejorar la competitividad de las empresas vietnamitas, tanto en el país como en el extranjero (a través del mejoramiento de la cadena de suministro y logística).

Implicaciones políticas

Los análisis anteriores muestran que en el camino para convertir a un país de ingresos medios en uno de ingresos altos, no se pueden ignorar las industrias de procesamiento y manufactura. Las empresas industriales nacionales son un factor determinante para promover el desarrollo económico sostenible y escapar de las trampas de la renta media y el bajo valor agregado. La IED en las industrias de procesamiento y manufactura es la fuerza impulsora, pero las empresas industriales nacionales son una base sólida para ayudar a un país a evitar la trampa de la renta media. Por lo tanto, es necesario tener estrategia y selección en la atracción de IED, para evitar las fuentes de inversiones de las empresas con baja tecnología, que compiten directamente con las entidades nacionales. Además, hay que formar una comunidad de empresas nacionales sólidas y vinculadas estrechamente con el sector de IED, que se desarrollan en gran escala y desempeñan un papel de liderazgo para establecer la cadena de suministro doméstico.  

Las experiencias de Corea del Sur, Malasia y otros países reflejan que hay formas diferentes para convertir a un país de ingresos medios en uno con ingresos altos, y ese camino, largo o corto, depende de cómo la nación determina las metas adecuadas para cada plazo mediano y concentra sus recursos y políticas destinadas a alcanzar los objetivos planteados. Corea del Sur logró acortar el proceso de transición porque determinó claramente la meta de industrialización y a lo largo de los siete planes quinquenales, y todas las políticas y recursos sociales fueron movilizados y utilizados para materializar ese objetivo. Las políticas de desarrollo industrial deben ubicarse en un contexto más amplio, incluidas las que afectan directamente a las empresas y las indirectas que tienen una gran influencia en el desarrollo de la industria en general, y de las compañías industriales, en particular. Para determinar los objetivos correctos, es necesario tener mecanismos de coordinación entre el Estado y las empresas con vistas a lograr consenso entre las agencias gubernamentales y entre el Estado y el sector privado. Por lo tanto, hay que formar y mantener mecanismos de diálogo con las empresas industriales, supervisar, monitorear y evaluar el mejoramiento de la calidad de las políticas y la competitividad de Vietnam en comparación con otros países en la región y el mundo.

Para atraer IED de alto valor, es necesario resolver una serie de desafíos y barreras en términos de mecanismos y políticas de inversión para las empresas y cambiar la manera de acceder a esas fuentes de capital. En primer lugar, debe seleccionar a los inversionistas cuyo motor de desarrollo se basa en trabajadores calificados y tecnologías, en lugar de la dependencia de los bajos costos de mano de obra y servicios de infraestructura. Los criterios de selección tienen que ser iguales desde el nivel central hasta el local para garantizar que la inversión responde a las necesidades de la economía. Al mismo tiempo, se debe continuar implementando actividades para conectar a las empresas nacionales con las de IED y mejorar la capacidad de las mismas para ayudarlas a participar en la cadena de suministro de las de IED (prolongar el tiempo de la implementación del Programa de Desarrollo de las industrias auxiliares). En segundo lugar, es importante tomar iniciativas en la promoción de inversiones para atraer a las empresas de buena calidad, en lugar de abrir pasivamente el mercado para esperar a que lleguen los inversores. En tercer lugar, las herramientas de marketing deben enfocarse por industria y la cadena de valor para atraer inversionistas sobre la base de las ventajas competitivas a largo plazo en lugar de los mecanismos tradicionales que se basan en altos incentivos; apoyar y crear condiciones favorables para las actividades de producción y negocios de los inversores extranjeros que operan en el país en vez de organizar los eventos de promoción de inversiones ineficaces, porque los inversores actuales son "embajadores" y canales de divulgación sobre políticas y ambiente de negocios en Vietnam. En cuarto lugar, los incentivos destinados a los inversores deben basarse en la eficiencia de su operación y el valor agregado creado en el país, en lugar del capital registrado y el tamaño de empresa./.

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(1): Véase: S. Urata: “Inversión extranjera directa de Japón y su efecto en el extranjero”, In T. Ito, & A. O. Krueger: Comercio y Proteccionismo, NBER-EASE Tomo 2 (pags 273 – 304), Chicago: Universidad de Chicago Press, 1993

Este artículo fue publicado en la Revista Comunista No.925 (octubre de 2020)