Negar y tergiversar el principio de centralismo democrático - estratagema habitual de las fuerzas hostiles para intentar deteriorar el poder del Partido Comunista
Revista Comunista - Inmediatamente después de aparecer y ser aplicado por los partidos comunistas, el principio de centralismo democrático ha sido el blanco de la hostilidad y tergiversación de las fuerzas opositoras. En ese sentido, es un trabajo apremiante tanto en la teoría como en la praxis desmentir las tergiversaciones sobre la base de la comparación y evaluación de los contenidos de este principio bajo la lupa práctica, con el fin de consolidar la confianza de los comunistas en su certeza y evitar los errores en su aplicación.
En la construcción del partido político independiente de la clase proletaria, C. Marx y F. Engels prestaron especial atención a la identificación del principio de organización de la fuerza política. Al aplicar y desarrollar el marxismo en el establecimiento del nuevo partido político de la clase obrera en Rusia, V. I. Lenin identificó el centralismo democrático como el principio de organización del partido comunista. Tras el triunfo de la Revolución de Octubre, el centralismo democrático se convirtió en el principio organizativo común de los partidos comunistas de la Tercera Internacional. A inicios de octubre de 1930, el Partido Comunista de Vietnam (entonces Partido Comunista de Indochina) estipuló en sus Estatutos que el centralismo democrático es su principio organizativo (1). Desde entonces, los Estatutos del Partido Comunista de Vietnam (PCV) mantienen el centralismo democrático como el principio organizativo básico de la fuerza política.
Antes de la reforma del Partido Comunista de la Unión Soviética, era innegable el papel del centralismo democrático como principio organizativo básico de los partidos comunistas. No obstante, desde el colapso del Partido Comunista de la Unión Soviética y los partidos comunistas gobernantes en Europa del Este debido a las reformas fracasadas, y que el movimiento comunista cayó en crisis, aparecieron dudas sobre el origen, la necesidad y la naturaleza del centralismo democrático, hasta el punto que algunos acusaron que este principio era el culpable de la caída de los partidos comunistas gobernantes. En Vietnam, algunas opiniones criticaron abiertamente este principio y llamaron al PCV a abandonarlo, con argumentos aparentemente “lógicos” y “objetivos”. ¿Son correctas esas críticas o solo es una táctica para debilitar y desintegrar a los partidos comunistas? ¿Cómo valorar esos argumentos? Seguimos con algunas de las negaciones y tergiversaciones del principio de centralismo democrático y la verdad sobre ellas:
1- ¡¿El principio de centralismo democrático “no es del marxismo” sino “fue creado por Lenin”, y es principalmente “centralismo”, porque lo “democrático” es solo “secundario” y “superficial”?!
Alegando que C. Marx y F. Engels no presentaron el término de centralismo democrático, algunos presumieron que este principio no es del marxismo, sino fue creado por V. I. Lenin. Con tal presunción, propusieron que este principio solo existió desde 1905 y, según Lenin, se trata meramente del “centralismo”, mientras que lo “democrático” es solo “secundario” y “superficial”. Ese argumento fracasa porque desconoce los datos históricos y, en esencia, apoya el argumento que niega el principio de centralismo democrático, separa y pone el marxismo en oposición con el leninismo, cuestionando el valor y la eficiencia de este principio al vincularlo con V. I. Lenin, o con el Partido Comunista de la Unión Soviética, que cayó por alejarse de este mismísimo principio.
Es cierto que C. Marx y F. Engels no declararon oficialmente el centralismo democrático como el principio organizativo del partido comunista. En 1885, 33 años después de la disolución de la Liga de los Comunistas, el primer partido político revolucionario de la clase obrera, F. Engels afirmó: “En cuanto a la organización, esta era absolutamente democrática, con comités elegidos y revocables en todo momento”(2). Eso patentiza que, aunque F. Engels no presentó el término de centralismo democrático, es erróneo simplemente presumir que este principio no fue creado por los dos ilustres ideólogos. Los documentos relativos señalan que aunque no fue proclamada centralismo democrático, la ideología sobre la construcción de un partido del proletariado basada en los contenidos centrales de este principio fue presentada por C. Marx y F. Engels en los Estatutos de la Liga de los Comunistas de 1847.
Por un lado, los Estatutos de la Liga estipulan que sus miembros son iguales y que “los miembros de la dirección de distritos y del Comité Central son elegidos por un año, reelegibles y revocables por sus electores en cualquier momento”(3). Esas estipulaciones son exactamente los contenidos de la democracia en el principio de centralismo democrático, que está aplicado por el PCV actualmente.
Por otro lado, los Estatutos definen la organización centralizada muy estricta de la Liga, al estipular que cuenta con un solo sistema organizativo, en el cual el Congreso anual es la unidad organizativa con la posición y el poder más alto de la Liga. El artículo 5, redactado directamente por C. Marx y F. Engels, dispone: “La Liga está organizada en comunas, distritos, distritos directivos, Comité Central y Congreso”(4). El Congreso es el poder legislativo de toda la Liga, los distritos de un país y una provincia deben someterse a un distrito directivo, los distritos directivos deben rendir cuentas al Congreso y al Comité Central entre los Congresos. Los miembros deben someterse a las resoluciones de la Liga y “abstenerse de participar en cualquier sociedad-política o nacional-anticomunista”(5).
Las mencionadas regulaciones evidencian que la organización “absolutamente democrática” referida por F. Engels es nada más que el principio de centralismo democrático. Para Marx y Engels, este principio no solo es una ideología, sino que se aplicó en la organización y la operación del partido político revolucionario de la clase obrera.
Sin embargo, hay que darse cuenta de las causas por las que C. Marx y F. Engels enfatizaron la naturaleza “absolutamente democrática”, sin aclarar el centralismo, en el principio organizativo del partido político de la clase obrera. Una de las razones presentadas por Engels es que en aquel momento, en el movimiento obrero algunos líderes intentaron construir partidos políticos de la clase obrera como organizaciones conspirativas y dictatoriales, tales como Weitling con el intento de “retrotraer el comunismo al cristianismo primitivo”, o “una especie de Islam comunista” de Willich, “aspirante directo a la dictadura política, lo mismo que a la dictadura militar”(6). Por lo tanto, según Engels, la organización del partido político de la clase obrera “absolutamente democrática, con comités elegidos y revocables en todo momento, con lo cual se cerraba la puerta a todas las veleidades conspirativas que exigen siempre un régimen de dictadura”(7), perseguido entonces por algunos líderes del movimiento obrero.
Por lo tanto, C. Marx y F. Engels decidieron enfatizar la democracia en la organización del partido obrero debido a las exigencias de la realidad del partido y del movimiento proletario entonces. Posteriormente, V. I. Lenin no solo desarrolló el pensamiento de Marx y Engels sobre el centralismo democrático y oficializó el término, sino que también presentó una aplicación ejemplar de este principio en la revolución. En medio de la situación complicada que enfrentaba la fundación del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia a inicios del siglo XX debido a las tendencias que reclamaban la anarquía, un régimen autónomo o federal, Lenin pugnó por la centralización y disciplina del Partido, así como por el combate persistente e intolerante contra esos puntos de vista oportunistas, con el fin de construir un nuevo partido político de los obreros como una fuerza pionera estrictamente organizada y capaz de liderar la lucha de la clase que representaba. De acuerdo con Lenin, las experiencias prácticas muestran que “la centralización incondicional y la disciplina severa del proletariado constituyen una condición fundamental de la victoria sobre la burguesía”(8). Además, señaló que en momentos en que el Partido tenía que operar en secreto, rodeado por dificultades y amenazas, era imposible debatir abiertamente todos los asuntos de la fuerza política. En tal línea, aunque en el partido obrero “somos partidarios del centralismo democrático”(9), no se podía ejercer plenamente la democracia. Incluso en el primer período después de la toma del poder por la clase obrera, tampoco se podía ejercer de forma completa la democracia, al enfrentar la intensa oposición de la antigua clase dominante. Según Lenin, las experiencias de Rusia afirman que: “En la época presente de exacerbada guerra civil, el Partido Comunista solo podrá cumplir con su deber si está organizado del modo más centralizado, si rige dentro de él una disciplina férrea, rayana en la disciplina militar, y si el núcleo del partido es un organismo autorizado, prestigioso y con amplias atribuciones y goza de la confianza general de los miembros del partido”(10). Ese argumento hace que algunos malinterpreten que, en el pensamiento de Lenin, “el centralismo” es el contenido y objetivo principal, mientras que la “democracia” es secundaria y superficial.
Después del triunfo de la Revolución de Octubre, el Partido Comunista tomó el poder y comenzó a liderar la construcción y el fortalecimiento del gobierno. El partido gobernante ya disfrutó de mejores condiciones para su operación, y al mismo tiempo enfrentó mayores riesgos de burocracia, corrupción y abuso de poder. Ante esa situación, Lenin propuso inmediatamente promover la democracia entre las filas partidistas. Llamó a celebrar el congreso partidista anualmente, creando un foro para el debate democrático de las labores de la fuerza política y la solución de los problemas emergentes, y además, urgió a perfeccionar constantemente el aparato directivo del partido. En 1920, con el fin de la guerra civil, V.I. Lenin evaluó: “La situación general de la República, como he señalado, ha mejorado hasta tal punto que ahora tenemos la posibilidad de discutir con más calma... De todos modos, ahora estamos en una situación tal que podemos y debemos, sin fijarnos limitación alguna, concluir estas discusiones... ahora conseguiremos elevar la democratización en el Partido y en el ejército”(11). Entonces pidió realizar reuniones más frecuentes y amplias de los miembros del Partido, y adoptar medidas para desarrollar la iniciativa de los militantes; crear publicaciones capaces de realizar una crítica más sistemática y amplia de los errores del Partido y, en general, desarrollar la crítica dentro del Partido (boletines de discusión, entre otros); establecer normas prácticas muy precisas sobre las medidas para eliminar la desigualdad (en las condiciones de vida, el monto de la remuneración, entre otros) entre los “especialistas” y los altos funcionarios, por una parte, y las masas, por otro, porque la desigualdad infringió la democracia; y crear una Comisión de Control a la par que el Comité Central(12). Los pensamientos y acciones de Lenin constituyen un ejemplo de la aplicación de la ideología y las experiencias de C. Marx y F. Engels en la implementación del principio de centralismo democrático en circunstancias concretas.
En la actualidad, el PCV presta especial atención al impulso de la democracia dentro del Partido y la sociedad, a raíz de las demandas del proceso de Doi Moi (Renovación) y las insuficiencias del régimen democrático del Partido, las cuales requieren una solución firme. Esa tendencia absolutamente no significa que el PCV solo concede importancia a la democracia y desestima la centralización y la disciplina.
2- ¡¿Obsoleto, el principio de centralismo democrático?!
Los opositores al centralismo democrático argumentan que este principio solo resultaba adecuado cuando el partido todavía no tomaba el poder y en operación clandestina, o cuando lideraba una guerra que requería de él la disciplina férrea y la centralización incondicional. En el tiempo de paz, este principio resulta obsoleto, ya que el liderazgo del partido requiere la promoción de la democracia y la creatividad personal. No obstante, ese argumento es erróneo y tergiversa el principio del centralismo democrático desde su naturaleza. La organización según este principio es cuestión de la naturaleza del partido comunista. Como la fuerza luchadora vanguardista de la clase obrera, el partido comunista debe organizarse de forma rigurosa y unida, y no puede ser una organización laxa sin jerarquía. El partido comunista debe ser la alianza voluntaria de los partidarios del comunismo, que luchan por construir el socialismo, una sociedad de libertad, democracia, igualdad y dignidad humana. Por eso la estructura organizativa democrática es la única opción adecuada con su naturaleza y propósito, o en otras palabras, alejarse del centralismo democrático es alejarse de la naturaleza del partido comunista.
El Partido Comunista de Vietnam tiene la misión histórica de liderar la lucha por eliminar la opresión y desigualdad y construir un país socialista en camino hacia el comunismo. Al liderar una causa innovadora, grandiosa, complicada y difícil sin precedentes, el PCV debe contar con una organización y operación democrática para aprovechar toda la capacidad y potencialidad de los militantes. Además, la construcción de la nueva sociedad es, en esencia, la lucha de clases feroz en la cual las fuerzas hostiles poseen una posición más favorable; y por eso el PCV debe fortalecer la organización, promoviendo la centralización, el consenso y la disciplina de los militantes, en aras de garantizar el éxito en ese combate. Si los militantes no estuvieran obligados a cumplir las resoluciones del Partido y tuvieran la libertad de divulgar opiniones personales opuestas a las posturas del PCV, ¿que pasaría? Eso, sin duda, conduciría a un período de crisis y colapso trágico. El principio de centralismo democrático no solo permite al PCV sustentarse con la disciplina estricta y coherente, sino también crea el mejor marco para aprovechar todas las iniciativas y la inteligencia de los cuadros y las unidades de base. Por lo tanto, en cualquier circunstancia es fundamental estimular al máximo la democracia y al mismo tiempo garantizar la centralización. Es absurdo decir que, el PCV solo necesitaba la organización rígida y el liderazgo centralizado durante las luchas independentistas, y que al liderar la construcción del socialismo, la fuerza política puede ceder a la organización laxa.
Al analizar la realidad de la construcción y defensa de la nueva sociedad tras la Revolución de Octubre, Lenin señaló las equivocaciones de los “izquierdistas” rusos con su ingenuo llamamiento a destruir los partidos políticos al considerarlos inútiles en aquella época: “...que intenten preparar y después, hacer realidad la dictadura del proletariado sin un partido rigurosamente centralizado, dotado de una disciplina férrea, sin saber dominar todas las esferas, ramas y variedades de la labor política y cultural. La experiencia práctica les enseñará con rapidez”(13). Posteriormente, durante la reforma del Partido Comunista de la Unión Soviética, sus líderes ignoraron las instrucciones de Lenin, desviados de la naturaleza de la fuerza política, y como consecuencia, aceptaron el pluralismo político y abandonaron el centralismo democrático. Ese hecho posibilitó a las fuerzas hostiles y oportunistas desintegrar al Partido Comunista soviético. Esa lección histórica evidencia que, en cualquier período revolucionario y en cualquier circunstancia, hay que obedecer el principio de centralismo democrático, pero adecuar la forma y la escala de su aplicación a la situación y las misiones del PCV en cada etapa. De mantener firme este principio, se puede promover ampliamente la democracia y proteger la centralización absoluta y la disciplina estricta del PCV.
3- ¡¿Es “irreal” el principio de centralismo democrático, porque “la democracia no tolera la centralización”?!
Algunas personas argumentan que “centralización” y “democracia” son conceptos contradictorios que siempre tienden a negarse mutuamente. Según ellas, la centralización limitará e incluso asfixiará la democracia, y por eso para ejercerla hay que abandonar la centralización. Ese argumento allana la tergiversación de que el centralismo democrático es un “principio irreal”, y que “la democracia no tolera la centralización”.
Empleando la misma retórica, algunos presumen que “centralismo”, un sustantivo, es el elemento principal, y “democrático”, un adjetivo, solo complementa la primera palabra. También existen opiniones de que la naturaleza del centralismo democrático es el centralismo burocrático, pues la centralización constituye su propósito, y la democracia es solo el medio. Se pueden emplear cualquier medio para alcanzar un propósito, argumentan y trivializan sobre la democracia, con la intención de deteriorar al partido comunista, haciéndole abandonar el principio de centralismo democrático. Dividir un principio ya coherentemente compuesto, o poner la democracia en oposición con la centralización, es malinterpretar este concepto. Con esos argumentos erróneos, las fuerzas hostiles malinterpretan el centralismo democrático, o deliberadamente engañan a otras personas para socavar este principio.
De hecho, la centralización y la democracia no se separan, sino que se definen mutuamente, no importa que sea sustantivo o adjetivo, o cuál parte sea más sustancial. La centralización se basa en la democracia, la cual se somete a la centralización. La democracia en el principio de centralismo democrático no se opone a la centralización, sino a la burocracia, el autoritarismo y la autocracia. A su vez, la centralización nunca se opone a la democracia, sino la a descentralización, el faccionalismo, el predominio de los intereses individuales o locales sobre los comunes, y la anarquía. La centralización acertada fortalecerá la fuerza de la democracia y, en cambio, la democracia verdadera debe basarse en la centralización. De lo contrario, la democracia se convertirá en anarquía, y la centralización, en burocracia y autoritarismo. Para cumplir cabalmente el principio, hay que garantizar la democracia verdadera y reforzar la responsabilidad y disciplina. En ese sentido, existe la complementariedad interactiva entre la centralización y la democracia, al contrario de la oposición divulgada deliberadamente por los argumentos erróneos.
4- ¡¿El centralismo democrático, un “principio erróneo” que “asfixia la democracia” y “resulta obviamente en la burocracia, el autoritarismo y la irresponsabilidad”?!
Este argumento tergiversa que el principio de centralismo democrático es meramente teórico y prácticamente irrealizable, de forma que mientras más esfuerzo se haga para materializarlo, más palpable surja la autocracia en el sistema de liderazgo. Para negar este principio, algunas opiniones toman como ejemplo violaciones del centralismo democrático, varias de las cuales provocaron consecuencias graves. No obstante, se confunden las manifestaciones de la infracción con la naturaleza del principio.
Según esa retórica errónea, el centralismo democrático es nada más que “un régimen centralizado autoritario y conservador que inhibe la creatividad”. Además, ese argumento alaba la democracia liberal, infinita y extrema, apoya la existencia de múltiples oposiciones para luchar y discutir contra el partido gobernante, y alienta, bajo el pretexto de “democracia” y “pluralismo”, la disidencia entre los militantes para dividir al PCV. Deliberadamente malentiende, o tergiversa la naturaleza del principio. Al intentar enterrarlo en suciedad, utiliza ejemplos de errores y fenómenos de burocracia, autoritarismo y autocracia de algunos miembros del aparato directivo del PCV para “etiquetar” a todos los militantes como malos, reclamando así el abandono del principio de centralismo democrático, Algunos militantes incluso presumen que mientras más alta sea la centralización, más restringida estará la democracia. Con esa alegación errónea, argumentan que para promover la democracia, hay que limitar la centralización, y de aferrarse a este principio, su naturaleza no puede superar la autocracia y la burocracia.
5- ¡¿Hay que “abolir la subordinación de la minoría a la mayoría” y “permitir a los militantes hablar y accionar de manera diferente a lo establecido en la resolución del PCV” para estimular la “democracia” y la “creatividad”?!Según ese argumento erróneo, la minoría siempre apoya la innovación, por eso la subordinación de la minoría a la mayoría del principio de centralismo democrático destruye la democracia y la creatividad. De ahí que hay que abolir ese carácter y permitir a los militantes hablar y accionar de manera diferente a lo establecido en la resolución del PCV. Ese punto de vista es unidimensional y desacertado. Aunque en principio, la innovación suele aparecer en la minoría, el centralismo democrático propone el mecanismo de preservación de la opinión minoritaria para proteger a lo nuevo y creativo. Ese mecanismo se ha aplicado en la práctica, garantizando el derecho de los militantes y defendiendo lo nuevo.
Hay que notar que en el principio de centralismo democrático la subordinación de la minoría a la mayoría constituye el contenido clave y la característica de la democracia en el Partido Comunista. Ese carácter define los otros de este principio, tales como: Los miembros del Partido deben acatar su resolución, hablan y actúan en concordancia con ese documento, y los militantes se subordina a los de niveles superiores. Abolir ese carácter significa dejar sin efecto la centralización y en efecto, abandonar el centralismo democrático.
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En resumen, todos los argumentos mencionados pretenden, en esencia, eliminar el principio de centralismo democrático. Por lo tanto, todos los comunistas deben analizar profundamente la naturaleza de esos puntos de vista erróneos y retóricas opositoras para redoblar la vigilancia ante las maniobras y tendencias espontáneas, liberales y anárquicas de las fuerzas hostiles dentro y fuera del país que buscan dividir y destruir desde dentro al PCV. Con sus experiencias contra los movimientos comunistas, esas fuerzas han estado atacando el centralismo democrático y aprovecharán cualquier laxitud en la implementación de este principio para socavar la unidad del PCV, provocar la anarquía y dar lugar a la formación de organizaciones opositoras. En tal sentido, hay que rechazar cualquier intento de negar el centralismo democrático y resolver las insuficiencias en la aplicación de este principio. No se debe desviar y negarlo, solo por los errores e imperfecciones en su implementación. Sin embargo, para defender este principio y rechazar las retóricas erróneas y estratagemas de las fuerzas hostiles, también hay que mirar a la verdad, reconociendo los defectos en la aplicación del centralismo democrático y adoptar soluciones resueltas./.
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(1) Documentos completos de Congresos Nacionales del Partido Comunista de Vietnam, Editorial Política Nacional, Hanoi, 1998, tomo 2, pág. 119
(2) C. Marx y F. Engels: Obras seleccionadas, Editorial Su that (Verdad), Hanoi, 1984, tomo 6, pág. 339
(3), (4), (5) C. Marx y F. Engels: Obras completas, Editorial Política Nacional, Hanoi, 1995, tomo 4, págs. 735, 733, 732
(6), (7) C. Marx y F. Engels: Obras seleccionadas, Ibídem, tomo 6, págs. 346, 339
(8) V. I. Lenin: Obras completas, Editorial Progreso, Moscú, 1977, tomo 41, pág. 7
(9) V. I. Lenin: Obras completas, Ibídem, tomo 36, pág. 185
(10) V. I. Lenin: Obras completas, Ibídem, tomo 41, pág. 253
(11), (12) V. I. Lenin: Obras completas, Ibídem, tomo 41, págs. 340- 342, 348
(13) V. I. Lenin: Obras completas, Ibídem, tomo 41, pág. 116