Revista Comunista - La exitosa gestión de las políticas monetarias en Vietnam durante 2022 contribuyó de manera significativa al mantenimiento de la estabilidad macroeconómica, el impulso del crecimiento y la garantía de la seguridad social. En 2023, el Banco Estatal seguirá gestionando las políticas monetarias de manera flexible y adaptable a las dificultades y volatilidades para cumplir con éxito sus tareas.

El miembro del Buró Político del Partido Comunista y primer ministro de Vietnam, Pham MInh Chinh, asiste a la conferencia para el despliegue de las tareas del sector bancario en 2023 _Foto: Agencia Vietnamita de Noticias

Difíciles circunstancias en medio de fuertes sacudidas en el mundo

El 2022 fue un año especial, en el cual el escenario mundial se puede resumir en una sola palabra: Inestabilidad. La situación política global se volvió compleja, especialmente con el estallido y la escalada del conflicto entre Rusia y Ucrania. Tras un año de impresionante recuperación de las repercusiones de la pandemia de la COVID-19, la economía mundial se desaceleró de nuevo. Muchas grandes potencias, que son importantes fuerzas impulsoras de la economía y el comercio globales, se vieron en riesgo de crisis. La inflación global subió al nivel más alto en los últimos 40 años. Más de 80 países registraron récords de inflación de dos dígitos, que dispararon los precios de las materias primas, combustibles y materiales. Para frenar la inflación, los bancos centrales se vieron obligados a abandonar las políticas monetarias laxas, estrechando la gestión sobre las mismas a través del aumento de las tasas de interés de manera más rápida e intensificada. La fuerte apreciación del dólar estadounidense en el mercado global provocó una reversión de los flujos de capital en los mercados emergentes y en vías de desarrollo, así como la devaluación de diferentes monedas nacionales, y obligó a los bancos centrales a utilizar sus reservas de divisas para intervenir y estabilizar el mercado. Para un país con gran apertura económica como Vietnam, el escenario global rápidamente cambiante y altamente volátil en 2022 le planteó desafíos sin precedentes en términos de gestión macroeconómica en general, y en el monitoreo de las políticas monetarias en particular.

Como otros países en vías de desarrollo en Asia-Pacífico, Vietnam entró en 2022 con un cierto retraso en términos de recuperación y progreso económico en comparación con las naciones avanzadas de Occidente. En 2021, mientras los países desarrollados lograron controlar básicamente la situación epidémica y reabrir su economía, en Vietnam la pandemia de la COVID-19 siguió evolucionando de manera compleja, provocando efectos negativos para el crecimiento económico y la vida en general. En 2022, cuando logró controlar básicamente la situación pandémica para comenzar la recuperación económica, Vietnam enfrentó las evoluciones desfavorables en el escenario global. Por un lado, la economía mundial, incluyendo los dos mayores destinos de las exportaciones vietnamitas -a saber, Estados Unidos y la Unión Europea-, se desaceleró debido a las restricciones financieras globales; y por otro lado, los precios de diversas materias primas, combustibles y materiales se dispararon en el mercado global. Como consecuencia, la subida de los precios del petróleo y la interrupción de las cadenas de suministro obligaron a Vietnam a incrementar las tarifas de la gasolina en el país. Como el petróleo y la gasolina son mercancías especiales insustituibles e insumos de casi todas las actividades económicas, la volatilidad de sus precios generaron efectos tanto directos como indirectos a través del aumento de los costos de producción y últimamente los precios de otros productos y servicios, lo que ejerció una gran presión sobre la inflación general. Además, la tendencia alcista común de las tasas de interés en el mundo y la apreciación del dólar estadounidense generaron una pesada carga para la gestión de las tasas de interés y de cambio en el país. Eso, junto con el pesimismo del mercado y de los inversores por las infracciones en los mercados inmobiliario y de bonos corporativos causa muchas dificultades en la gestión macroeconómica.

La gestión de las políticas monetarias en un contexto tan incierto y difícil es como un dilema a la hora de equilibrar dos objetivos macroeconómicos extremadamente importantes: controlar la inflación, estabilizar la macroeconomía y apoyar la recuperación del crecimiento económico. Si uno opta por endurecer las políticas monetarias para controlar la inflación, deberá aceptar un crecimiento más débil. Si la economía, ya golpeada por la pandemia de la COVID-19, sigue perdiendo fuerza durante el período de recuperación, las condiciones de vida se deteriorarán cada vez más y la “salud” financiera de las empresas se debilitará gravemente, impactando las potencialidades de crecimiento a largo plazo. Sin embargo, la relajación de las políticas monetarias para acelerar la recuperación económica derivará en mayores riesgos de escalada inflacionaria e inestabilidad macroeconómica. La alta inflación es una carga tributaria invisible, que afecta de manera directa, erosiona el poder adquisitivo y degrada la calidad de vida de las personas, especialmente los grupos vulnerables y los trabajadores, ya afectados por la pandemia del COVID-19. La inestabilidad macroeconómica dejará muchas consecuencias en la situación socioeconómica nacional y debilitará la atracción para los inversores extranjeros. En el pasado, la hiperinflación o inflación de dos dígitos era el “fantasma” para el desarrollo socioeconómico. No obstante, en el período 2012-2019, la estabilidad macroeconómica y la inflación controlada se convirtieron en una plataforma sólida para el crecimiento rápido y de calidad. Seleccionar las herramientas y soluciones en un escenario global volátil, lleno de objetivos entrelazados y a veces opuestos, es una cuestión difícil para los planificadores de políticas monetarias en el mundo y aún más difícil para un país de economía abierta como Vietnam.

La flexibilidad en la gestión de las políticas monetarias

El sacrificio de uno de los dos objetivos para centrarse en el otro suele dejar consecuencias impredecibles, pero perseguirlos de manera absoluta es casi imposible en las condiciones de la economía de mercado, incluso trae el riesgo de que cada política anule la eficacia de la otra, lo que resultará en el fracaso de ambos objetivos, es decir, el país caería en una situación de bajo crecimiento y alta inflación. Ante esos desafíos, el Banco Estatal de Vietnam (BEV) gestionó las políticas monetarias de manera proactiva y flexible, utilizando con sincronía las herramientas apropiadas respecto a la evolución de los mercados interno e internacional, en aras de equilibrar los objetivos macroeconómicos con énfasis en el apoyo a la recuperación económica sin subestimar los riesgos de inflación e inestabilidad macroeconómica. No obstante, para lograr esa meta, los gestores de las políticas monetarias a veces deben priorizar determinados objetivos en cada momento específico, en sintonía con la evolución del mercado. Se trata de la flexibilidad y el ingenio de los gestores de una economía de pequeña escala, que cuenta con escasos recursos y resulta vulnerable a los impactos negativos de los shocks externos.

Casi en los primeros nueve meses de 2022, a pesar del rápido aumento de las tasas de interés a nivel mundial, el BEV las mantuvo estables para respaldar la liquidez del sistema y facilitar el acceso de las instituciones crediticias a los capitales a costos razonables, estabilizar los tipos de cambio y planificar metas de crecimiento crediticio ajustados a las necesidades y la capacidad de absorción de capital de la economía. Gracias a ello, la moneda nacional registró una devaluación mucho más leve que la de otros países en la región y el mundo. Al mismo tiempo, las tasas de interés solo experimentaron un ligero aumento, en contraste con la rápida subida en el mundo en general. Los recursos crediticios lograron cubrir la demanda de las empresas y pobladores, apoyaron con eficiencia las actividades económicas y la garantía de las principales balanzas macroeconómicas.

Sin embargo, desde finales de septiembre, las imprevistas evoluciones negativas en el mercado obligaron al BEV a realizar fuertes intervenciones para mantener la estabilidad de los mercados monetario y cambiario y la seguridad de las actividades de las instituciones crediticias. El mercado de divisas sufrió una gran presión cuando la Reserva Federal estadounidense (FED) adoptó drásticos reajustes de la tasa de interés. Como consecuencia, los tipos de cambio tendieron a dispararse hasta el techo, la liquidez del mercado disminuyó, mientras creció la especulación de divisas. En el país, la información sobre de que las autoridades competentes adoptaron medidas para manejar las infracciones del grupo Van Thinh Phat impactó de manera considerable en la confianza de los depositantes, provocando el retiro masivo de dinero en diferentes bancos, los cuales enfrentaron en muchos momentos una tensa situación de liquidez. Las continuas fluctuaciones en los mercados monetario y cambiario, acompañadas por la creciente presión inflacionaria interna, plantearon dificultades sin precedentes al BEV en la gestión de las políticas monetarias. En esa situación, la institución financiera priorizó la compraventa de títulos valiosos en el mercado abierto, el mantenimiento de la estabilidad del coeficiente de caja y el refinanciamiento para resolver bien las cuestiones de administrar la liquidez y satisfacer los intereses de los clientes, neutralizando así el estrés del mercado y los riesgos de liquidez del sistema bancario. En el mercado de divisas, el BEV llevó a cabo medidas urgentes tales como aumentar el margen comercial de los tipos de cambio, permitir una fluctuación más flexible de la moneda nacional, estar dispuesto a vender divisas como una medida de intervención y reajustar la tasa de interés dos veces, a finales de septiembre y en octubre, cada una con un aumento de uno por ciento. Son medidas drásticas, oportunas y compatibles con la tendencia común en el mundo y las condiciones particulares de Vietnam, con el fin de controlar la inflación, estabilizar los tipos de cambio y crear el espacio para adaptarse a los cambios en los mercados interno y extranjero, contribuyendo así a la estabilización de la macroeconomía y la garantía de la seguridad del sistema bancario.

En noviembre, cuando las presiones sobre los mercados monetario y cambiario se aliviaron y la liquidez mejoró, el BE aumentó el objetivo de crecimiento crediticio entre 1,5 y 2 por ciento en comparación con los primeros meses del año, gracias a lo cual los bancos con mejor liquidez y tasas de interés más bajas recibirían un mayor crecimiento del crédito. El BEV también ordenó a los bancos que revisen los capitales para cubrir la demanda de crédito inyectando recursos a la economía y a la vez garantizar la liquidez, la seguridad operativa y la solvencia para las empresas e individuos. El BEV preparó soluciones oportunas para apoyar la liquidez, de manera que las instituciones crediticias pudieron proporcionar con tranquilidad créditos a la economía.

El BEV gestionó las políticas monetarias de manera proactiva, flexible y atento a la evolución del mercado en cada momento para adoptar soluciones apropiadas y oportunas. Eso contribuyó de forma esencial al cumplimiento de los objetivos macroeconómicos importantes del país. El ritmo de crecimiento rebotó a más de ocho por ciento, el más alto en los últimos 10 años, la inflación general se mantuvo en el 3,2 por ciento, mientras las principales balanzas de la economía se garantizaron. La gestión de las políticas monetarias por parte del BEV fue apreciada por diversas organizaciones internacionales. Prestigiosas instituciones de calificación como Moody’s y S&P elevaron la evaluación crediticia de Vietnam, consolidando la confianza de los inversores, empresas y pobladores en el clima y las perspectivas de la economía nacional a mediano plazo.

Gestión de las políticas monetarias en la actual situación

El 2022 transcurrió con logros destacables, pero persisten dificultades y desafíos en el panorama global y en el país. Se prevé que el 2023 seguirá siendo un año difícil para la gestión de la macroeconomía en general, y de las políticas monetarias en particular. La economía mundial se desacelerará; numerosos bancos centrales mantendrán altas tasas de interés hasta el cierre del año para reducir la inflación al nivel planeado; mientras que los precios en el mercado mundial, especialmente del crudo, registran riesgos potenciales de fluctuaciones ante los cambios en las políticas de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y la reapertura económica de China. En Vietnam se enfrentará de nuevo la cuestión de elegir entre políticas, cuando se prevé que la economía se verá afectada por la débil demanda global, mientras que las presiones inflacionarias han aumentado desde principios del año. Para coadyuvar a la estabilización de la macroeconomía, el control de la inflación y el apoyo al crecimiento económico a un nivel razonable, el BEV mantendrá la gestión proactiva de las políticas monetarias, siguiendo de cerca la evolución de la economía mundial y nacional, centrándose en las siguientes temas clave:

Primero, en cumplimiento de la Resolución 68/2022/QH15 de la Asamblea Nacional, del 10 de noviembre de 2022, sobre el plan de desarrollo socioeconómico en 2023, el BEV seguirá de cerca la evolución de la economía global y doméstica para gestionar con prudencia, flexibilidad y sincronía las políticas monetarias, combinándolas estrechamente con las herramientas fiscales y otras macroeconómicas para mantener la inflación por debajo de 4,5 por ciento; estabilizar la macroeconomía; garantizar las principales balanzas de la economía; mantener estables los mercados monetario y cambiario, y proteger la seguridad del sistema bancario; regular de manera razonable la moneda; y gestionar las tasas de interés y los tipos de cambio en sintonía con la situación del mercado, la evolución de la macroeconomía y los objetivos de las políticas monetarias. El BEV también debe gestionar con eficiencia el crecimiento crediticio de acuerdo con la situación macroeconómica; centrar los capitales en los sectores productivos y del comercio, sobre todo los prioritarios; controlar el crédito colocado en los campos de riesgo y mejorar la calidad crediticia.

Segundo, es necesario monitorear la inflación en el país para elaborar escenarios de gestión y respuesta mediante políticas apropiadas con respecto a la evolución de los mercados interno e internacional. Gracias a que las presiones inflacionarias a principios de 2022 fueron moderadas, el BEV tuvo mayor margen para reajustar sus políticas en aras de apoyar el crecimiento económico. Sin embargo, justo desde inicios de 2023 las presiones inflacionarias se han acumulado y aproximado al objetivo trazado para todo el año. Además, las políticas monetarias siempre necesitan un tiempo para tener efecto, por lo cual si no se mantiene la cautela permitiendo que la inflación y sus perspectivas escapen del control, será forzoso endurecer las políticas monetarias a un ritmo y magnitud mayores de lo necesario. Se trata de un fenómeno denominado “gestión errática”, que impacta de manera negativa en las actividades económicas. La historia evidencia que, al subestimar las presiones inflacionarias, incluso un enorme banco central como la FED se vio obligado a incrementar la tasa de interés de manera consecutiva durante el transcurso de 2022 y prever mantenerla a niveles elevados a lo largo de 2023 para controlar la inflación, poniendo a la economía estadounidense en riesgo de estancamiento en el futuro.

Tercero, es fundamental impulsar la coordinación con otras políticas macroeconómicas para equilibrar los objetivos generales. Es imposible utilizar solo las herramientas monetarias para alcanzar múltiples objetivos, por lo cual se necesita la colaboración y asistencia de otras políticas macroeconómicas. Por ejemplo, el resultado del control de la inflación en 2022 no se puede alcanzar solo con la gestión monetaria certera del BEV, sino también con el apoyo eficiente de múltiples políticas macroeconómicas, tales como las fiscales mediante la reducción de los impuestos al valor agregado y de protección ambiental aplicados a los combustibles, o la regulación de los precios de los productos y servicios básicos gestionados por el Estado, a saber, la electricidad, agua, salud y educación, entre otros. Una coordinación efectiva y organizada ayuda a aliviar la presión sobre cada política concreta, mejorar la distribución de los recursos del Estado y promover la eficiencia de cada herramienta de gestión en cada ámbito específico./.

Este artículo fue publicado en la Revista Comunista No.1011 (abril de 2023)