Conectar, distribuir y utilizar con eficiencia los recursos estatales, empresariales y sociales para el desarrollo cultural
Revista Comunista - Para desarrollar la cultura, es fundamental no solo incrementar los recursos, sino también renovar su uso. En la actualidad, hay que aumentar los recursos para el desarrollo cultural, garantizando la distribución y el uso eficientes de los recursos estatales, empresariales y sociales, y promoviendo la conectividad entre los mismos.
Se definen los recursos como todos los “insumos” dispuestos o reservados para servir a la producción de una nación, localidad, empresa, familia o individuo. Si se categorizan según el modo de existencia, hay recursos tangibles e intangibles; según su naturaleza, hay recursos naturales (tales como la posición geográfica y productos del medioambiente), bienes estatales, recursos socio-humanos (conocimientos, fuerza laboral, patrimonios culturales, información, ciencias y tecnología) y financieros; según la propiedad, hay recursos estatales, empresariales y sociales.
Para desarrollar la cultura en Vietnam son necesarios los recursos internos y externos. Los últimos pueden pertenecer a estados extranjeros, instituciones internacionales, empresas, organizaciones no gubernamentales e individuos, incluso vietnamitas residentes en el exterior. Los capitales de los estados e instituciones internacionales suelen ser ayudas reembolsables o no, asociadas con tecnologías y personal dedicados a la restauración y preservación de los patrimonios culturales. Los recursos de las empresas de inversión foránea se concentran en el desarrollo de las cadenas de productos turísticos, industrias culturales y recreativas, y plataformas digitales asociados con tecnologías y personal especializados. En la actualidad es una gran tendencia cooperar con inversores extranjeros para aprovechar los recursos y tecnologías e integrarse a las cadenas de suministro de productos y servicios culturales. Mientras, los recursos de las organizaciones no gubernamentales e individuos son muy diversos, suelen financiarse a través de fondos y contribuyen de manera considerable a la conservación y el desarrollo de los valores culturales, particularmente a la diversidad cultural y la protección de la identidad de las culturas de las etnias minoritarias y locales.
La fuerza de los recursos para el desarrollo cultural de Vietnam en el nuevo período se basa en el aprovechamiento eficiente de los recursos internos e internacionales, estatales, empresariales y sociales, todos se conectan para crear una sinergia.
Algunas medidas para promover la conexión y optimizar la distribución y el uso de los recursos estatales, empresariales y sociales para el desarrollo cultural
Primero, renovar el mecanismo para distribuir y utilizar con eficiencia las finanzas públicas al servicio del desarrollo cultural garantizando la competitividad y centrando los recursos en los proyectos importantes, para que las inversiones públicas “guíen a las privadas” y “atraigan las sociales”.
El desarrollo cultural brinda beneficios comunes a la población, protege la plataforma espiritual para el crecimiento sostenible del país y propicia los valores públicos, por lo cual en primer lugar hay que definir de manera completa las responsabilidades del Estado con las inversiones presupuestarias. Hay que corregir la percepción común de que la cultura solo se beneficia de manera unidireccional de los logros del crecimiento económico, y que los gastos para la cultural son meros costos del bien de la población. La renovación de la percepción debe comenzar en la sensibilización de que invertir en la cultura significa invertir en el desarrollo, que no solo crea la plataforma espiritual, moral e ideológica para el progreso social, sino que también apoya el crecimiento económico. Es necesario incrementar las inversiones culturales al dos por ciento de los gastos presupuestarios, esto se corresponde con el ritmo de crecimiento y la escala de la economía. Las inversiones culturales deben tener una escala adecuada y centrarse en determinados proyectos, para contar con suficiente capacidad para guiar los capitales privados y atraer los sociales. Entonces, hay que eliminar la distribución dispersa y el uso ineficiente de las inversiones públicas, sobre todo en el desarrollo de las infraestructuras e instituciones culturales, la formación de los recursos humanos y la creación de productos típicos que llevan la marca nacional.
Es fundamental concentrar las inversiones públicas en la modernización de las principales infraestructuras e instituciones culturales, tales como las plataformas digitales, teatros, museos, bibliotecas, parques y conjuntos histórico-culturales de nivel especial o nacional. Hay que equilibrar las inversiones en las entidades de servicio público y las finanzas directas a los beneficiarios, sobre todo en la formación de recursos humanos de calidad y con capacidad de integración internacional (tales como directores de cine, artistas y artesanos). Se debe prestar atención al factor humano, trasladando las inversiones en las entidades de servicio público a los proyectos destinados a desarrollar las habilidades profesionales y los recursos humanos (tales como adquirir el equipamiento para mejorar las capacidades profesionales, enviar estudiantes al extranjero, organizar seminarios y cursos de capacitación).
Con respecto a la renovación de los mecanismos inversionistas, hay que impulsar los pedidos de productos y servicios culturales, del sector público o privado, para construir un mercado para los productos y servicios culturales públicos. Es crucial aplicar los modelos de “inversión pública, gobernanza y operación privada”(1) a las instituciones culturales que requieran una gestión moderna y profesional. Se pueden organizar licitaciones por los paquetes de servicios financiados por el presupuesto estatal para incrementar la competitividad y eficiencia en el uso de las finanzas y garantizar la igualdad entre las entidades de servicio público y privado, empresas y organizaciones comunitarias(2).
Segundo, elevar la eficiencia el uso de terreno, los recursos y patrimonios culturales que se encuentran por encima y debajo del suelo, a través de la vinculación de las responsabilidades del Estado, las empresas y la sociedad.
La tierra pertenece al pueblo, cuya propiedad está representada por el Estado, el cual administra y asigna de manera uniforme el derecho a su uso a los actores de la sociedad. El desarrollo cultural siempre requiere de recursos terrestres, incluido el suelo para la construcción y el desarrollo de las instituciones y obras culturales, así como para la gestión, explotación y uso de los patrimonios culturales asociados con la superficie.
La planificación por parte del Estado garantiza el terreno para el desarrollo de los espacios públicos e instituciones culturales, las cuales siempre deben ubicarse en el seno de las urbes, donde la tierra tiene una alta cotización y requiere una planificación apropiada. Hay que evitar la reubicación de las instituciones culturales de los centros urbanos para construir complejos comerciales y de servicios. A la hora de desarrollar nuevos parques industriales y zonas urbanas, se debe calcular con meticulosidad la planificación de terreno para la construcción de las instituciones culturales.
Es importante perfeccionar el marco legal que garantiza la igualdad entre todos los actores (el Estado, las empresas y la sociedad) para acceder y utilizar el terreno dedicado a las obras culturales. Hacen falta regulaciones concretas sobre la exención del impuesto sobre el uso de la tierra y otras políticas preferenciales a favor de las inversiones en la construcción y el desarrollo de las instituciones y servicios culturales, tales como escuelas, museos, bibliotecas y espacios culturales, que operan sin fines de lucro.
Hay que revisar la situación del terreno público administrado, explotado y utilizado por las entidades de servicio público según la asignación del Estado, para evaluar la eficiencia y fortalecer la disciplina en la gestión y el uso de esos recursos. A la hora de reconvertir las empresas estatales o entidades de servicio público que operan en el sector cultural hay que calcular el valor del terreno según los principios del mercado. Las entidades de servicio público deben utilizar el terreno asignado de conformidad con la ley y eliminar el abuso de los espacios públicos e instituciones culturales para fines comerciales.
Hay que perfeccionar las normativas para dar a la comunidad el derecho a la gestión y el uso del terreno con todos los recursos y patrimonios que se encuentran por encima del suelo, especialmente en los bosques con gran valor espiritual, reliquias históricas y complejos paisajísticos, con el fin de elevar la responsabilidad de la comunidad y aprovechar con eficiencia los patrimonios culturales para desarrollo el turismo ecológico, comunitario y espiritual.
También se deben reajustar las regulaciones para honrar a los individuos, familias y clanes que donan terreno para la construcción de obras de bien común e instituciones culturales, tales como parques, vías, escuelas, museos, bibliotecas y casas comunitarias. Por ejemplo, se pueden bautizar calles, espacios y fondos culturales con el nombre de los donantes (siempre y cuando no se detecten problemas histórico-políticos)
Tercero, renovar el mecanismo operativo de las entidades de servicio público que operan en el sector cultural.
Hay que incrementar la autonomía de las entidades capaces de ofrecer productos y servicios culturales adaptados al mecanismo del mercado, sobre todo las de las industrias culturales. Es fundamental crear un listado detallado de esas entidades para que el Estado seleccione los productos y servicios que necesiten inversiones públicas, sobre todo los dedicados a proteger la plataforma ideológica, la seguridad cultural, los valores morales y las artes tradicionales, que no están disponibles en el mercado.
Es necesario reconvertir las entidades públicas que ofrecen productos y servicios de las industrias culturales en sociedades anónimas, transformando su modelo operativo a uno empresarial, que les garantice la autonomía financiera y la independencia para decidir sus estrategias de producción y negocios. Al mismo tiempo, hay que clarificar las responsabilidades del Estado en la formación de los recursos humanos, la creación de pedidos para construir el mercado y la promoción de los productos y servicios de la cultura vietnamita en el mundo.
Las entidades públicas deben adaptarse para competir por pedidos de productos concretos, en lugar de crear productos sin atender la demanda del mercado, y solo depender de la demanda por parte del Estado. Esa práctica causa el retraso, la dependencia y la falta de creatividad. El Estado financia la construcción básica, la adquisición de equipos modernos, la formación y capacitación de los recursos humanos y el pago del salario básico. Al mismo tiempo, debe proponer pedidos con criterios concretos garantizando la competencia entre las entidades públicas y entre ellas y el sector privado, especialmente cuando se trata de las obras artísticas.
Hay que promover la asociación público-privada en el desarrollo cultural. Se debe revisar los proyectos y áreas en que se pueden propiciar ese modelo para adoptar políticas efectivas destinadas a atraer inversiones, especialmente para desarrollar las industrias culturales y el turismo.
Hacen falta políticas para desarrollar los recursos humanos culturales para el sector público, vinculándose con el privado y el social. Además del contingente de intelectuales, escritores y artistas, hay que adoptar políticas a favor de los artesanos, así como mecanismos específicos para formar a las generaciones futuras.
Cuarto, atraer inversiones privadas en el país y del extranjero para desarrollar las industrias culturales, y establecer cadenas de productos turísticos y comerciales con la identidad cultural de Vietnam.
Es necesario crear una lista de productos y servicios culturales capaces de atraer a empresas nacionales y de inversión extranjera directa (IED) para perfeccionar el mecanismo preferencial para los inversores.
Las ramas como publicidad, software y juegos, diseño de moda y cine tienen grandes potencialidades para atraer inversiones de empresas privadas nacionales y de IED, que prestan especial atención a los productos exportables. El sector de prendas de Vietnam necesita directores creativos a nivel internacional, capaces de presentar nuevos diseños que se adapten al gusto de los consumidores y brinden alto valor agregado a los productos textiles y de confecciones. La industria cinematográfica requiere proyectos de cooperación profunda, inversiones, tecnologías y recursos humanos de alta calidad para poder crear obras con suficiente competitividad en el mercado internacional y capacidad para promocionar el “poder blando” de Vietnam. El diseño de los programas recreativos digitales asociados con el comercio electrónico siempre requiere capitales colosales y la adaptación de los recursos humanos a la Cuarta Revolución Industrial, en la cual los sectores privado y de IED poseen ventajas.
Otro sector un poco conocido que aún se debe testear, pero con gran potencialidad para atraer inversiones foráneas son las carreras de autos o de caballos, que implican la construcción de cadenas de suministro de productos turísticos y deportivos, asociadas con inversionistas estratégicos.
A la hora de desarrollar el turismo basándose en las cadenas de suministro globales de las grandes marcas profesionales, se debe adoptar políticas para atraer la participación de los grupos multinacionales en la construcción de hoteles, restaurantes y estadios para carreras de la Fórmula 1, y al mismo tiempo desarrollar y promocionar los productos turísticos típicos que llevan la identidad vietnamita. Los productos artesanales, gastronómicos y agrícolas en el marco del programa OCOP (Cada Comuna, Un Producto) siempre requieren la asistencia de las empresas, que no solo les ofrecen inversiones, sino que también posibilitan el procesamiento profundo, la construcción de marca, la certificación de origen, la verificación de las indicaciones geográficas y la publicidad de los productos. Por lo tanto, son cruciales las estrategias destinadas a atraer a inversionistas estratégicos para desarrollar los deportes, el turismo y los conjuntos multisectoriales, acompañados por una serie de servicios culturales y recreativos.
Hay que perfeccionar las políticas sobre la tierra y los impuestos para atraer inversiones nacionales y extranjeras en el desarrollo de las industrias culturales. Hace falta renovar el modo de censura de los productos de las industrias culturales e intensificar el control sobre las plataformas digitales transfronterizas. El sector cultural debe coordinar estrechamente con la diplomacia para incrementar la promoción comercial con los inversores estratégicos y grandes firmas mundiales de las industrias culturales, tales como estudios cinematográficos, hoteles, diseñadores de moda y software recreativos y organizadores de carreras, con el fin de favorecer la atracción de capitales extranjeros.
Quinto, estimular a las empresas a incrementar las inversiones en el desarrollo de los productos y servicios culturales sin fines de lucro.
En momentos en que el ámbito sin fines de lucro desempeña un papel cada vez mayor en el desarrollo de la cultura, es esencial esclarecer la naturaleza y las formas de suministro de los servicios no lucrativos en general, y en la cultura en particular, por ejemplo las organizaciones sin fines de lucro (fondos, escuelas y centros culturales) de las empresas; asociaciones sociales y comunitarias; e instituciones culturales no lucrativas (museos, bibliotecas, galerías, espacios y foros culturales…).
Se puede desarrollar los servicios culturales no lucrativos por varios medios. En el caso de los fondos y organizaciones culturales financiadas por las empresas como una responsabilidad social, se debe separarlos de las actividades comerciales de las firmas para que operen según los principios no lucrativos. Los fondos, espacios y foros culturales, escuelas caritativas, centros de preservación patrimonial, bibliotecas y museos establecidos por individuos se deben gestionar con regulaciones estrictas, evitando que se abuse de los mismos por fines comerciales.
Hay que modernizar el modelo de gobernanza de las organizaciones sin fines de lucro que ofrecen productos y servicios culturales. Esas instituciones siempre necesitan departamentos encargados de la recaudación de fondos y desarrollar la capacidad financiera profesional, pero las ganancias se deben reinvertir en el desarrollo cultural y no dividirse entre sus promotores. El consejo administrativo de las instituciones y fondos culturales debe estar integrado por personas con destacados conocimientos, pasión por la cultura y las artes, y un comportamiento ético. El Estado debe garantizar a las organizaciones sociales el amplio derecho a evaluar los productos culturales y artísticos antes de que sean llevados al público.
Sexto, liberar al máximo los recursos sociales para el desarrollo de la cultura.
En la sociedad, los recursos culturales son los más potenciales y diversos, pues existen en cada individuo, familia, clan, comunidad local y organización social, en formas tanto tangible como intangible.
Los recursos tangibles pueden ser patrimonios histórico-culturales (templos, pagodas, casas comunitarias, centros de culto de clanes), conjuntos paisajísticos, reliquias, antigüedades, tesoros nacionales y bosques de valor espiritual. Pueden ser poseídos, conservados, gestionados y explotados por el Estado en los museos; por la comunidad al servicio de la práctica de creencias, fiestas folclóricas y familiares asociadas con determinados espacios de performance; o por individuos en las familias. Los recursos intangibles, tales como las creencias, fiestas, costumbres, hábitos, cultura y artes folclóricas, conocimientos locales y valores arquitectónicos, musicales y de pintura folclórica se vinculan con el papel de las organizaciones comunitarias y sociales, artistas y personas prestigiosas en la comunidad como quienes los gestionan, cultivan y utilizan.
Para explotar y aprovechar esos recursos, hay que armonizar la relación entre la conservación y el desarrollo, y entre la preservación “pasiva” y “activa” en la vida comunitaria. En particular, se necesita prestar especial atención a la conservación asociada con el uso para el desarrollo socioeconómico, la educación sobre la historia y el turismo. De igual modo, hay que aplicar los principios de gobernanza empresarial en la explotación y el uso de los recursos culturales al servicio del turismo, modelo del cual el Museo de la provincia de Quang Ninh es un destacado ejemplo(3).
Es importante separar el papel del Estado, las empresas y la comunidad en el uso de los recursos sociales para el desarrollo cultural. La absolutización del papel del Estado conducirá a la situación de que no se estimulen el rol y la fuerza de las empresas y la comunidad en la movilización y el uso de los recursos culturales. Sin embargo, absolutizar el papel de las empresas impulsará la comercialización de los valores culturales - muchas veces hasta su desorientación, lo que hará que no reflejen de manera correcta y completa las funciones de la cultura. Si el papel de la sociedad se absolutiza, los recursos culturales se limitarían en una comunidad, no se conectarán y maximizará el mecanismo de mercado para incrementar sus valores y aprovecharlos en función del desarrollo económico.
El Estado se encarga de la elaboración de las instituciones, la planificación y el desembolso de las inversiones públicas que guían las privadas y atraen a las sociales para el desarrollo de la cultura. Hay que perfeccionar el marco institucional y legal para proteger los derechos de autor y la propiedad comunitaria de los conocimientos locales previniendo su apropiación indebida(4). Las empresas participan en el desarrollo de la cultura, pero no deben invadir los espacios comunes, sino conectar, cooperar y guiar para que la comunidad gestione por su propia cuenta los sitios culturales, de manera que se armonicen los intereses empresariales y comunitarios(5). Por su parte, las organizaciones comunitarias aplican los principios de mercado para promocionar, aprovechar y capitalizar los recursos culturales, tales como los conocimientos locales que se encuentran en los productos agrícolas, las tradiciones gastronómicas y las artesanías con valores singulares (los productos OCOP por ejemplo); y explotar los bosques con alto valor espiritual, espacios ecológicos, patrimonios históricos y conjuntos paisajísticos para desarrollar el turismo. El gobierno no interfiere de manera profunda en la administración por parte de las empresas y la sociedad, sino que solo promulga regulaciones orientativas y realiza la inspección y supervisión para garantizar su cumplimiento.
Algunas recomendaciones y sugerencias
Primero, revisar y renovar la manera de asignar y utilizar las inversiones públicas en el desarrollo cultural: elaborar el Programa nacional de objetivos para el progreso de la cultura en sintonía con la Estrategia de desarrollo socioeconómico hasta 2030, con visión hacia 2040, identificando los productos y servicios culturales concretos; centrar los recursos en la construcción de modernas instituciones culturales (teatros, museos, bibliotecas, estadios y parques) como lugares destacados en las grandes urbes y representativos de un país de rango medio; a la hora de desarrollar los productos culturales típicos, hay que crear innovaciones, especialmente obras artísticas y culturales; reestructurar las inversiones públicas prestando mayor atención a los recursos humanos, en lugar de la construcción de infraestructuras. Siempre y cuando las inversiones públicas resulten decentes, podrán guiar las privadas y atraer las sociales.
Segundo, concretar la estrategia de desarrollo de los recursos humanos con sujetos específicos: (i) artistas y artesanos-creadores de obras artísticas y culturales típicas; (ii) directores creativos (en el diseño de moda) y programadores de software de las industrias culturales - quienes crean el valor para los productos de esas ramas; (iii) dirigentes y administradores públicos calificados, quienes deciden la elaboración de los lineamientos y estrategias de desarrollo del país sobre la base y visión cultural. Hay que depositar inversiones adecuadas, adoptar políticas apropiadas de formación y capacitación y esclarecer las responsabilidades del Estado, el mercado y la sociedad con cada tipo de esos recursos humanos, que también deben contar con la capacidad de integración internacional.
Tercero, perfeccionar las instituciones, regulaciones y mecanismos para proteger los intereses comunes, entre ellos los espacios públicos e instituciones culturales, con el fin de garantizar el bienestar cultural de la población, sobre todo en las ciudades. Establecer un mecanismo específico, con un sujeto concreto que atienda las demandas y se encargue de la protección de los intereses comunes en el contexto de la economía de mercado, para restaurar los espacios culturales “invadidos”, defender los espacios públicos ante el abuso de actores del mercado, fortalecer la disciplina y corregir la planificación del desarrollo de los espacios públicos.
Cuarto, adoptar un mecanismo especializado en defender la propiedad comunitaria de los conocimientos locales sobre el cuidado de la salud y la medicina tradicional, los recursos genéticos autóctonos vegetales y animales, procesos y tecnologías de cría de plantas y animales autóctonos y métodos de conservación y procesamiento de artesanías; al igual que proteger su origen e indicaciones geográficas para que su propiedad intelectual no sea sustraída durante el proceso de integración internacional. A la hora de desarrollar los productos OCOP, junto con el registro de la marca, hay que solicitar la propiedad intelectual comunitaria sobre el origen de mercancías y las indicaciones geográficas.
Quinto, establecer un mecanismo para distribuir de manera equitativa los beneficios de los actores que controlan las diferentes partes de las cadenas de valores culturales, en paralelo con el desarrollo de los complejos turísticos. Los “insumos”, tales como los recursos naturales, infraestructuras, la fuerza laboral, los conocimientos y capitales, se deben distribuir de forma proporcional a la contribución de los propietarios. El Estado, que coloca inversiones en las infraestructuras, el terreno y los recursos humanos del sector público, puede cobrar impuestos y tasas para cubrir los costos. Mientras, las empresas, que invierten en su propia mano de obra, restaurantes, hoteles y actividades de viaje, pueden obtener ganancias correspondientes. La comunidad, dotada de recursos culturales, conocimientos locales y fuerza laboral social, puede beneficiarse gracias a sus contribuciones. Los beneficios se distribuyen entre el Estado, las empresas y la comunidad que operan las actividades turísticas(6), y no se calculan limitadamente en un sitio cultural determinado, sino en relación con el conjunto de ramas que brindan valores agregados al lugar de interés que se trate./.
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(1) El Estado puede invertir en la construcción de modernos teatros y encargar al sector privado su administración, explotación y operación.
(2) Tales como permitir que las empresas liciten el diseño de los conjuntos histórico-culturales con propósito turístico.
(3) El Museo de Quang Ninh es una entidad de servicio público completamente autónoma en materia financiera, que opera como una empresa, con sus propias estrategias de clientela, productos y desarrollo de mercado, dando forma a sus unidades de promoción.
(4) Los recursos genéticos nativos, hierbas raras y medicinas tradicionales sustraídas al exterior sin ningún mecanismo protector.
(5) En algunos países, las empresas turísticas solo ofrecen servicios de viaje, alojamiento y restauración. La comunidad local cuenta con el derecho exclusivo para realizar visitas y ventas de souvenirs en los conjuntos histórico-turísticos.
(6) Por ejemplo, las empresas se encargarían de los servicios de alojamiento, restauración, viaje, cine y publicidad; el Estado gestionaría los medios de comunicación, la seguridad y los servicios de vigilancia, información, comunicaciones, internet, banca y finanzas; mientras la comunidad organizaría las visitas turísticas y fiestas.
Este artículo fue publicado en la Revista Comunista No.1005 (enero de 2023)